Posted by : Club SinRebote 24 jul 2021

imagen de portada acerca de alinearse y luego entrenar Parte 4. En mi Blog sobre vivir la aventura de manifestar salud y vitalidad jugando deliberadamente con tu energía. Comiendo sano y equilibrado en nutrientes y ejercitando alegremente el cuerpo.

<< Viene de aquí. Siempre conseguirás más... Parte 3


Estupendo que el entendimiento toque a tu puerta, pues justo dos días antes (16/03/2021) me sucedía algo parecido. Me sentía con saludables ganas de hacer ejercicios y por delante tenía una tarde perfecta para ello.


A diferencia de la chica, que salió a caminar y se sintió impulsada a correr por tres veces. Mi plan para esa jornada era correr a modo de calentamiento hasta mi sitio preferido para hacer ejercicios.


Siguiendo la ruta entre 1 y 7 de este Slice, que mide dos kilómetros según Google Maps.



Dividir el circuito (que a buen paso se hace en unos 20 minutos) en tres tramos, para en plena carrera buscar deliberadamente esa *conexión* con la “Mecha”.


Interponiendo una caminata de 10 a 15 metros a modo de balance entre tramo y tramo, por muy a gusto que me sintiera corriendo, para asegurarme de que no entrar en modo “darme caña”, pues dar caña invalida la *Conexión*.


Dar caña, es la definición que tengo para estas tres opciones:


1. Corres con intención de cubrir grandes distancias (resistencia).
2. Corres fuerte con intención de hacer poco tiempo (velocidad).
3. Corres combinando las dos anteriores.


Y era la modalidad de entrenamiento que conocía antes de encontrarme con las enseñanzas de Abraham – Hikcs. Hoy soy más listo y entiendo que esa manera de hacer ejercicios, entra en la categoría… “querer llenar mi propia red”.


¿Quieres saber lo que ocurrió en el recorrido?


Primer Tramo (Distancia 1-3. Caminata en 3): Apenas di el primer paso sentí la plena pre disposición para la totalidad del recorrido que tenía por delante. Muslos, respiración, espalda y piernas, en ese orden y descendiendo son mis habituales zonas de pesadez al correr. Sin embargo desde la arrancada y durante todo ese primer tramo, una ligereza y vigor, nada frecuentes acompañaron a ambos (muslos, espalda y piernas). En tanto un ritmo más pausado y relajado de lo habitual marcaba la respiración. Y aun así, se sentía suficiente.


Alcanzado el primer tercio del recorrido ese formidable estado físico invitaba a seguir. Más no me dejé seducir e hice mi programada caminata de 10 a 15 metros.


Segundo Tramo: (Distancia 3-5. Caminata en 5): Retomé la carrera y un par de pasos más adelante se estableció la *conexión*. Aunque corría comencé a ser consciente de su localización a algunos pocos metros encima y ligeramente detrás de mi lado derecho.


A esa altura notaba claramente la energía fluir, la sentía brillante y como mezcla de vitalidad, claridad y reabastecimiento. Y un pensamiento, que si hablase, diría:


“Condición física y salud se están beneficiando de este flujo de energía de maneras que jamás conseguirás corriendo”.


De esa comunicación sabía que el superéxito de toda la carrera estaba precisamente en conservar esa conexión, la cual conseguí mantener durante todo ese segundo tercio del recorrido.


Era muy consciente de ese fantástico estado mental y también aunque en menor grado, del hacer de mis piernas, muslos y respiración. Fue fantástico evitar todo pensamiento sobre apretar el paso, durante toda la carrera sobre ese segundo tercio del recorrido, al final del cual añadí otra caminata de 10 a 15 metros, perdiendo la conexión.


Tercer Tramo: (Distancia 5-7): Apenas reanudé la carrera, ahí estaba de nuevo. Este último tercio del recorrido tiene varios tramos plagados de piedras y otros de pequeños surcos labrados por el agua, donde hay que prestar atención o podrías torcerte un tobillo o dar un buen tropezón, seguido de un doloroso aterrizaje.


Ese cuidado extra no me hizo perder la conexión. Y el trasiego o movimiento de energía entre aquella zona clara y la zona ligeramente rezagada y elevada varios metros sobre mi derecha. Que identificaba con la sede de las creencias, detrás del cuerpo (esa parte de la mente que cree ser un cuerpo), se sentía formidable.


Arribé a mi zona de entrenamientos con el Sol bien alto, lo que me daría un margen de unas tres horas de ejercicios durante las que hice cuanto ejercicio se me ocurrió, peso, saltos, planchas, barras, patadas. Cuando el Sol se escondió en el horizonte, aún tenía Mecha para mucho, mucho más y tuve que decirme: - hora de retirarse, David.


No sentía ni pizca de cansancio por lo que en lugar de caminar hasta la periferia del poblado donde vivo, que sería lo que normalmente haría, aproveché la poca luz que quedaba y me lancé a correr.


La noche se me había echado encima para cuando estaba a unos 100 metros de los límites del poblado. Sus luces me deslumbraban, cuando percibí algo grande acercándose a gran velocidad desde mi izquierda y escuché un par de gente gritando, pero seguí corriendo hasta que sentí eso grande, justo a mi lado y tan alto como mi cintura.


Instintivamente paré en seco y aquello que también quiso detenerse, su propia inercia le arrojó como un metro delante de mí, antes de poder dar la vuelta para pasar de nuevo por mi lado.


Era un señor perro, que sus dueños estaban paseando y al verme correr en la oscuridad se lanzó hacia mí. ¿Con qué intención? No lo sé. Pero si puedo contarte que una pareja se acercó a toda prisa muy asustados y ofreciéndome mil disculpas, pues el perro poco antes había perdido el bosar y según ellos era algo belicoso.


No sentí ni pizca de miedo en ningún momento, así que bromeé con ellos, los tranquilicé y continué esta vez caminando.


Entonces caí en la cuenta de que… “NO SENTÍ NI PISCA DE MIEDO”.


Y ese fue colofón de aquella estupenda tarde.


...
...
...


Resulta que dos días antes (14/03/2021) aún era plena tarde cuando terminé de hacer ejercicio. Y por el sendero que regresaba venía un perro, este era más pequeño, solo me llegaba a media pierna. Su dueño le seguía bastante rezagado y según nos aproximábamos comenzó a ladrarme.


Yo mantuve mi paso y le partí para arriba sin mostrarle miedo. Sus ladridos se hicieron más y más fuertes y justo cuando nos cruzamos, se echó fuera del sendero, y con el rabillo del ojo vi como bajo el rabo. En ese mismo instante sentí una ráfaga de miedo dentro de mí, que se esfumó tan rápida como apareció.


Muchos meses atrás estaba corriendo por el tramo 1 – 3 y unos 300 metros a mi derecha una chica paseaba dos perros pequeños como el que bajó el rabo, uno era blanco el otro era negro.


El negro se lanzó hacia mí desde aquella distancia, como en otras ocasiones creí que venía a jugar y como en otras ocasiones al pasarme por delante me detuve para que no se me enredara entre los pies y me tumbara.


Pero este me rodeó por la izquierda y como una flecha me clavó un colmillo en el lado externo de la rodilla izquierda, otro en el talón de Aquiles del pie derecho y corrió de regreso tan rápido como vino.


imagen decorativa de Cesar Millán el Encantador de Perros en mi Blog sobre vivir la aventura de manifestar salud y vitalidad jugando deliberadamente con tu energía. Comiendo sano y equilibrado en nutrientes y ejercitando alegremente el cuerpo.

Más no sentí dentro de mi conexión alguna entre ambos incidentes, pero si la había estaba oculta en un nivel bien profundo.


En cambio según caminé si recordé algunos episodios del “Encantador de Perros” (Dog Whisperer) esa serie norte americana transmitida por DMAX, en donde César Millán, explica como esa bajada de rabo en un perro puede ser inseguridad y además que el comportamineto de los perros siempre está reflejando la energía del humano.


Ese pensamiento se empató con el recuerdo de que por esos días estaba releyendo el capítulo “El Capitán de tu Alma” del Curso Básico de Bioprogramación, el cual trae un ejercicio para limpiar negruras y errores de la mente subconsciente y reprogramarla.


Y pensé – “el perro me ha ayudado a descubrir, algo que tengo activo por allá dentro, sea miedo o lo que sea, la etiqueta da lo mismo. Lo que importa es que no quiero tener esa clase de reacciones subconscientes”.


“Esto hay que cogerlo en caliente, Pues si lo dejo para después, se me olvidará” - me dije.


Así que apenas llegué al apartamento tomé un pedazo de papel, escribí el incidente, le prendí fuego y cuando la llama se acercó a mis dedos, arrojé cenizas y lo que quedaba de papel al váter.


Seguido tomé otro pedazo de papel, pensé unos segundos sobre que quería… Escribí: - “La próxima vez que tenga un encuentro con un perro, quiero que me resbale tanto, que no sienta nada”. Y reafirmé con otra línea: “Quiero que me resbale, como resbala el agua sobre el aceite”.


Parecía inmejorable aquella tarde del 16 de marzo del 2003, pero cuando apareció aquel perrazo la cerró con un “Broche de Oro”, al brindarme la oportunidad de probar lo efectiva que había sido aquella reprogramación de dos días antes.


Siempre conseguirás más... Parte 5. Continúa aquí >>


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